Afore inversión en vivienda de lujo: fondos de pensión canalizan millones en proyectos inmobiliarios imposibles de pagar para la mayoría de los mexicanos.
CIUDAD DE MÉXICO.-
Un paradójico modelo de inversión ha sido evidenciado en México: las Afore, encargadas de administrar los ahorros para el retiro de millones de trabajadores, están canalizando miles de millones de pesos hacia desarrollos inmobiliarios de alta gama que resultan impagables para quienes aportan ese dinero.
De acuerdo con información de la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro (Consar), solo en 2024 se invirtieron más de 114 mil millones de pesos en instrumentos financieros como CKD (certificados de capital de desarrollo) y Cerpi (certificados de proyectos de inversión), muchos de ellos destinados a proyectos de infraestructura y bienes raíces.

Proyectos financiados con fondos de pensión
Entre los 37 fondos que recibieron inversión el año pasado, destacan nombres como Be Grand, Thor Urbana Capital, Colony Mexico Advisers, Promecap, y Walton Street Capital México, empresas que desarrollan inmuebles para sectores de ingresos medios-altos y altos, sin vínculo alguno con vivienda social.
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Viviendas imposibles de pagar
Con el salario promedio de los trabajadores inscritos en el IMSS —622.86 pesos diarios—, se necesitarían casi 79 años completos de sueldo para adquirir un departamento de Be Grand, que vende unidades desde 17.9 millones de pesos en zonas como la colonia Tabacalera.
Esta situación, explica Felipe Hernández Trejo, investigador de la UAM Azcapotzalco, representa un caso claro de financiarización de la vivienda, donde los bienes raíces dejan de ser un derecho para convertirse en mercancía especulativa.
¿En qué se están usando tus ahorros?
Las inversiones realizadas por las Afore están canalizadas principalmente hacia instrumentos estructurados como CKD y Cerpi, que fueron creados en 2009 para financiar grandes proyectos cotizados en la Bolsa Mexicana de Valores. Aunque pueden destinarse a obras de infraestructura pública o productiva, en la práctica se enfocan cada vez más en desarrollos inmobiliarios privados.
Un ejemplo concreto es el fideicomiso Be Grand CKD17 SA de CV, que entre 2018 y 2023 captó más de 1,913 millones de pesos, de los cuales la mitad provino directamente de las Afore.
Con esa cantidad, explica Hernández Trejo, se podrían haber ofertado más de mil viviendas de interés medio, con precios promedio de 1.7 millones de pesos según datos de la Sociedad Hipotecaria Federal.
Monumentos a la desigualdad
Proyectos como The Harbor Mérida, The Ritz-Carlton CDMX, Mítikah, o Fibra Uno, todos financiados con recursos del ahorro pensionario, son considerados por analistas como “monumentos a la desigualdad”. Estos desarrollos reflejan cómo el sistema privilegia la rentabilidad sobre el acceso justo a la vivienda.
En palabras de Leilani Farha, ex relatora de la ONU, este proceso global convierte el derecho a la vivienda en una herramienta de especulación, lo que genera espacios vacíos, desalojos y aumento en el precio del suelo urbano.
Riesgos y falta de transparencia
Los CKD, aunque atractivos por sus potenciales retornos, son instrumentos altamente riesgosos, especialmente cuando se financian con dinero que pertenece a los trabajadores más jóvenes, quienes aún no tienen certeza de las condiciones bajo las cuales podrán jubilarse.
La legislación permite que hasta el 20% del ahorro de quienes nacieron después de 1975 se invierta en estos instrumentos, lo que pone en riesgo la solidez de su pensión futura, especialmente si estos proyectos no alcanzan la rentabilidad esperada.
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¿Y la vivienda social?
De los 37 fondos que recibieron dinero en 2024, solo uno tuvo alguna relación con vivienda social, y fue hace más de dos décadas, según registros del Banco Interamericano de Desarrollo. Esto deja en claro que la prioridad no es cubrir el déficit habitacional, sino generar rendimientos financieros.
Mientras tanto, el sector inmobiliario sigue alejándose del trabajador promedio, y las pensiones, en lugar de servir para construir un futuro digno, alimentan un sistema que les niega el acceso a una vivienda adecuada.