Aunque no es perfecta, la última entrega de Misión Imposible ofrece secuencias memorables que confirman el legado de Tom Cruise como un ícono de la acción cinematográfica
HOLLYWOOD, CALIFORNIA.-
Después de casi tres décadas de saltos imposibles, persecuciones a alta velocidad y peligrosas acrobacias, Tom Cruise le dice adiós a Ethan Hunt en Misión Imposible: Sentencia final, una película que, aunque no redonda, entrega un final digno y espectacular para una de las franquicias de acción más exitosas del cine.
La película, dirigida por Christopher McQuarrie, alma creativa detrás de las últimas entregas, retoma los eventos de Sentencia mortal (2023). La amenaza ahora es la Entidad, una inteligencia artificial fuera de control que amenaza con sumir al mundo en el caos. A este enemigo digital se suma Gabriel, un villano con lazos del pasado de Ethan y que, aunque caricaturesco, sabe exactamente dónde atacar: en los sentimientos.
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Un arranque denso pero necesario
La primera media hora del filme es, sin duda, la más pesada. Entre exposiciones repetitivas y escenas explicativas, el guion enfatiza una y otra vez la importancia de la misión y lo que está en juego. Es en este tramo donde conocemos al nuevo equipo: Paris, un personaje misterioso y magnético interpretado por Pom Klementieff; Grace, encarnada por Hayley Atwell; y Degas, a cargo de Greg Tarzan Davis.
Aunque esta parte carece de dinamismo, es necesaria para establecer el contexto y los roles que cada integrante jugará en el enfrentamiento final.
Dos secuencias que lo sostienen todo
La película se sostiene sobre dos imponentes secuencias de acción, como columnas que cargan el peso de toda la narrativa. La primera lleva a Ethan al fondo del mar, dentro de un submarino abandonado donde debe recuperar un artefacto clave para neutralizar a la Entidad. Es una secuencia larga, sin diálogos, cargada de tensión, donde Tom Cruise brilla solo, al más puro estilo de su ídolo Buster Keaton.
La segunda secuencia, que funciona como clímax y desenlace, es pura adrenalina. Ethan se enfrenta a Gabriel en una avioneta, en una escena que mezcla espectacularidad, urgencia y un ingenio técnico que ha caracterizado a toda la franquicia.
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Un legado consolidado
Con Sentencia final, Tom Cruise reafirma su compromiso con el espectáculo cinematográfico. En una era dominada por efectos digitales y escenarios artificiales, el actor apuesta por la acción real, los riesgos físicos y una conexión palpable con el público. Esa fórmula, aunque no siempre perfecta, ha sido su sello y la razón de su éxito.
La cinta no solo funciona como cierre para Ethan Hunt, sino como una carta de amor a una forma de hacer cine que parece estar en peligro de extinción. Cruise no solo interpreta, sino que vive cada escena con intensidad, y eso se traduce en una experiencia que traspasa la pantalla.
Una despedida sin despedirse
Aunque se presenta como el final de la saga, Misión Imposible: Sentencia final no cierra todas las puertas, dejando un margen abierto para posibles futuras entregas o spin-offs. Sin embargo, si este fuera el adiós definitivo, sería uno a la altura: emocionante, arriesgado y espectacular.
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En resumen, Misión Imposible: Sentencia final no es una película perfecta, pero sí una despedida poderosa que celebra todo lo que esta saga ha representado: intensidad, lealtad, riesgo y cine de acción en su forma más pura.